Debemos evitar la elección fatal de contentarnos con implementar un reemplazo parcial y demasiado tardío de las energías fósiles, lo que equivaldría a colocar un esparadrapo sobre la grieta de una presa, pensando que esto la impediría ceder.
Con suerte, estaremos listos a tiempo para enfrentar esta terrible amenaza que se convertirá en una cadena de desastres económicos, sociales y humanitarios, lo que llevará a un caos global incontrolable.
Esta implementación, por supuesto, se vería facilitada en gran medida por la instauración a nivel mundial de un impuesto significativo sobre el carbono, de acuerdo con el modo de « quien contamina, debe pagar ».
Esta captura masiva de CO2 permitirá aliviar nuestros ecosistemas, lo antes posible.
Además, la valorización del CO2 dará lugar a la aparición de nuevos sectores industriales que generarán empleo e ingresos financieros.
Es deseable que este despliegue se efectúe lo antes posible, pero se correlacionará con el desarrollo del mercado y estará sujeto a la voluntad política.
Permitirá pasar a una economía « verde » descarbonizada, que conducirá a la sustitución de los combustibles fósiles, en el marco de una transición energética indispensable.
Esta implementación requerirá una gran cantidad de recursos financieros que permitirán, mediante la eliminación de nuestras emisiones pasadas, detener el proceso de envenenamiento del medio ambiente de las futuras generaciones.
Como dijo Nicolas Hulot : « No hay que esperar la demostración de lo peor para actuar ». Es urgente actuar, y esperar más sería criminal para las generaciones futuras.
Al continuar con su navegación, acepta el uso de cookies para fines de análisis y estadísticas.